2. ¿Por Qué Meditar?

Meditación

¿Por Qué Meditar?

Ya sea que te lo han recomendado o naturalmente buscas una forma de “estar mejor” (procurando por ejemplo tranquilidad, concentración o mayor creatividad), has llegado a dar los primeros pasos a la más simple y poderosa práctica que ha “descubierto” la humanidad: meditar.

Creo sinceramente que, si se nos entregara un manual de operación de la vida al momento de nacer, sería de gran beneficio que gran porción de éste fuera sobre la meditación, ya que es ésta una práctica que nos entrega grandes claves que propician el autoconocimiento, la comprensión, el crecimiento y el desarrollo del Ser.

La meditación inicialmente es una práctica de desarrollo de la atención. Esto es en sí relevante considerando que dirigir o concentrar la atención no es un movimiento mecánico o automático; para mantener nuestra atención en algo debemos ir en contra de los estímulos distractores (internos y externos) y conscientemente, voluntariamente, sostenerla. He aquí el nexo entre meditar y consciencia.

Por Qué No Meditamos

Cuando le pregunto a una persona si ha meditado antes la respuesta más típica se parece a algo como “si, lo intenté una vez, pero no dejo de distraerme, y por eso dejé de intentarlo”. ¿Te suena conocido? Yo también he estado ahí, y por lo mismo te comparto de entrada que los pensamientos distractores (o emociones, sonidos, dolores, etc.), que arrastran nuestra atención sin darnos cuenta, seguirán estando siempre ahí.

Repito: el objetivo de la meditación no es hacer que nuestra mente se detenga, sino de entrenar nuestra voluntad para mantener la atención en aquello que hemos determinado.

De hecho, la principal barrera para meditar es nuestra falta de voluntad, ya sea en el momento antecedente o durante los primeros instantes de la meditación.

Tal vez ya habías tomado la decisión de meditar de forma más regular, habías reconocido sus beneficios, habías encontrado la motivación, pero ciertas emociones no te “dejan” hacerlo.

Estas emociones limitantes nos envían pensamientos de justificación como: “no pasa nada si no lo hago hoy”, o “lo haré más tarde cuando tenga ganas”, o “en realidad esto no es para mí”. Esto es normal, natural. Y es aquí donde es crítica la voluntad propia: el tomar distancia de la emoción (“no tengo ganas”, “estoy muy estresado”, etc.) o del pensamiento (“no lo hago bien”, “esto no es realmente importante”, etc.). ¡Y esto justamente lo que aprendemos a hacer mediante la práctica meditativa!

Dicho de otra forma: ¿cómo logramos cultivar la voluntad necesaria para meditar? Meditando.

Los Beneficios de Meditar

Es por lo tanto importante que nos recordemos por qué hemos decidido meditar, ya que más allá de ejercitar la voluntad, existen beneficios tangibles que se nos van presentando mediante el avance de la práctica.

Algunos de estos beneficios son:

Beneficios inmediatos después de la práctica:

  • Relajación del cuerpo y la respiración.
  • Sensación de calma, y consecuentemente reducción de estrés y ansiedad.
  • Mejor calidad del sueño.

Beneficios de mediano-largo plazo:

  • Mejora de la percepción interna y externa.
  • Mayor claridad de propósito y prioridades.
  • Aumento de la capacidad de sostener emocionalmente las situaciones estresantes.
  • Mayor capacidad de disfrute del momento presente.

Estos beneficios impactan directamente nuestra experiencia cotidiana, y son de alguna forma acumulables en el tiempo.

La Relación entre Meditación y un Trabajo Personal

Aún más relevante, para cualquiera embarcándose en un camino de trabajo personal, la meditación ofrece posibilidades fundamentales, que llegan a impactar la consciencia, la experiencia misma de la vida:

  • Incrementa la capacidad de desidentificación con emociones o pensamientos rumiantes, permitiendo observarlos más objetivamente, es decir, ejerciendo la auto-observación.
  • Fortalece la intención o la voluntad, que luego puede ser usada para procurar estar más presentes, para tomar decisiones no-mecánicas o conscientes, y por lo tanto, permitiéndonos explorar otras realidades posibles.
  • Mejora la cualidad de la consciencia, expandiéndola, permitiendo sostener más de la realidad, abarcar más de ella.
  • Fortalece la conexión con nuestra sabiduría interior, manifestándose en la forma de certezas; vamos encontrando nuestras verdades que al ser reconocidas traen orden a nuestra vida interna, y por consecuencia a nuestro exterior.
  • Nutre la creación de un nuevo estado interno más calmo, menos afectado por las circunstancias.
  • Permite concentrar energía más sutil, que puede ser usada para manifestar nuestra esencia a través de nuestros actos; para realizarnos.

¿Cuáles de estos beneficios te inspira más en este momento? Elige uno o dos, y la próxima vez que estés en la duda de si practicar o no recuérdatelos, para que te sirvan de empujón para dedicarle, aunque sea de mala gana, un tiempo a tu práctica. Te lo agradecerás más tarde.

Este artículo es el segundo del curso “Introducción a la Meditación“.

Continúa leyendo: 3. Planificar para Meditar.