6. El Momento Crucial: Practicar o No Practicar

Meditación

El Momento Crucial: Practicar o No Practicar

Algo ocurre en el instante mismo cuando el momento de practicar llega. Hay un cierre y una apertura, una pausa que invita a una nueva posibilidad. Es un momento mágico en el que voluntariamente nos abstraemos de los impulsos habituales para entrar en un proceso de recogimiento.

¿Qué es lo que recogemos? A nosotros mismos, recogemos nuestra atención, recuperamos nuestros sentidos, traemos orden a los fenómenos que en nosotros ocurren normalmente de forma mecánica.

La Importancia de la Voluntad

Después de un tiempo de práctica te podrás dar cuenta de que la voluntad necesaria para iniciar la práctica sigue necesitándose cada vez. Es como si de alguna forma nos olvidáramos de lo bien que se siente durante y después de la meditación; desde nuestra experiencia cotidiana la experiencia meditativa se siente siempre como lejana, impráctica e incluso innecesaria. No es hasta que comenzamos la práctica nuevamente que todo vuelve a hacer sentido. Y así una y otra vez.

Es este fenómeno de “olvidarnos” que requiere de nosotros cultivar un estado mental que nos permita transitar desde el estado natural de las cosas hacia el inicio de la práctica; que nos permita abandonar temporalmente nuestra experiencia actual (con la cual pareciéramos estar “enamorados”, completamente tomados), y permitirnos tomar distancia.

Este estado mental no ocurre por sí solo, no es mecánico.

Y combina elementos aparentemente dicotómicos: rendición a la vez que intención, aceptación a la vez que esfuerzo, una pasividad activa.

Es en este momento crucial de transición donde será de utilidad recordarnos porqué hemos decidido meditar. Recordarnos de la razón por la cual hemos decidido practicar aclara la intención y fortalece el propósito. Intelectualmente el primer artículo de esta serie puede ser de utilidad para elegir las razones detrás del intento, pero emocionalmente también podemos conectar con nuestra voluntad. Recuerda: ¿Qué experiencia te llevó a decidir comenzar a meditar? ¿Cómo te sentiste en ese momento? Re-conecta con ese fuego interno que te hizo dar los primeros pasos e invócalo para sostener el desafío de la transición.

Juegos Mentales

Te darás cuenta de que al momento iniciar la práctica, surgen ciertas emociones y/o pensamientos que de alguna forma justifican no realizarla. ¡Esto es de suma importancia! Reconocer las justificaciones, ponerles atención, darse cuenta de dónde se alimentan y qué quieren, irá haciendo que pierdan su poder, encontrando maneras de que tu voluntad se pueda superponer a los caprichos del momento. Esto en sí mismo es una gran práctica.

Alternativamente puedes preferir simplificar todo este proceso y simplemente decidir en el momento que te vas a hacer caso a ti mismo, al “yo” que decidió meditar. Esto sería, como decía un antiguo jefe, equivalente a multiplicar el problema por cero… lo elimina de raíz.

El problema es que esta opción es más difícil de lo que parece ya que ese “yo” pierde poder a otras voces con otras intenciones; naturalmente el ser humano está desprovisto de este nivel de voluntad.

¿No es sorprendente que esta opción a pesar de su simplicidad sea casi imposible? ¿Quién si no “yo” manda mi voluntad? ¿Por qué no puedo hacerme caso?

El Inicio de la Meditación

Habiendo dado el primer gran paso de comenzar a meditar es para mí haber ganado la batalla.

Reconocer esto es un primer anclaje, un recepcionarse amorosamente al espacio de la práctica, un “bien-venirse”. Hacemos consciencia del momento que nos estamos regalando, de la pausa en medio del día, y del espacio que estamos abriendo.

Esta bienvenida que nos damos a nosotros mismos al inicio de la meditación puede servir también para comenzar a entrar en un tono físico, emocional y mental adecuado, lo que facilita la práctica y ayuda a asentar el hábito conscientemente. Para hacer esto te dejo algunas opciones a considerar:

  • Pensamiento: puedes definir un objetivo para la sesión (como por ejemplo chequear que la respiración sea abdominal, encontrar una postura, procurar no quedarse dormido, etc.), recordar el contexto de la práctica dentro de un programa de meditación, o simplemente decirle a la mente que este momento es para meditar y que los pensamientos pueden esperar.
  • Emoción: podemos agradecernos (y evocar un sentimiento de gratitud) por darnos este espacio, o sentir qué emociones nos acompañan en este momento (y nombrarlas, sin enjuiciarlas), o decirles a nuestras emociones que este será un momento para descansar y que cualquier preocupación puede esperar.
  • Respiración: Realizar una respiración de ecualización tal como la respiración cuadrada (inhalar, retener, exhalar y retener en tiempos iguales de 4 segundos), procurar inhalar abdominalmente (permitiendo que el abdomen se infle con cada inhalación), permitir que la exhalación se haga más lenta y larga, o simplemente tomar cuenta de cómo se encuentra la respiración en el momento.
  • Físico: Estirar el cuerpo suavemente, hacerse un leve automasaje, o hacer presión con un dedo en la parte interna de las muñecas justo por debajo del dedo anular por algunos segundos para propiciar la relajación.

Como comenté anteriormente, lo que sea que hagas al inicio de la práctica si bien será de utilidad, es secundario al hecho de que ya estás en posición y que la práctica ya está en marcha. Pasaste de cero a uno.

Este artículo es el sexto del curso “Introducción a la Meditación“.

Continúa leyendo: 7. Tipos de Meditación.