La Gratitud como Indicador de Presencia

Gratitud

Muchas veces damos las gracias de forma automática, sin siquiera sentirlo, sino como parte de una convención social. Otras veces realmente surgen las gracias de forma espontánea y genuina cuando hemos recibido algo inesperado. Y menos veces hacemos el gesto consciente de encontrar la gratitud en nuestro interior y expresarla.

Las primeras dos formas (mecánica e instintiva) no requieren de nuestra voluntad, mientras que la tercera, sí. Esta última es una gratitud viva, que nos lleva a conectar con nuestro interior.

¿Qué evita que no sintamos gratitud en este mismo momento?

Te invito a pausar y buscar internamente esta sensación.

Puedes encontrar gratitud por algún evento que haya sucedido o algo que hayas recibido, como también puedes encontrar esta sensación simplemente por estar, en este momento, sintiéndote.

Procura no avanzar en la lectura hasta que hayas tocado la gratitud en ti.

Si te das cuenta, no se requiere de mucho para sentir agradecimiento. No es necesario que exista una novedad. No es necesario que tengas más o menos de algo, o que tu valuación de ti mismo haya cambiado.

Cuando la buscas, la gratitud está ahí, esperando sutilmente. No llega de algún lugar lejano, no viene desde afuera, sino que ¡ha estado ahí todo el tiempo! Como si al enfocar el lente de nuestra percepción, se hiciera evidente el hermoso paisaje que antes estaba borroso.

Basta que la gratitud se descubra en uno mismo. Entonces, si está en el trasfondo de la experiencia, ¿qué nos aleja de ella?

Creo que la respuesta más corta a esta pregunta es: uno mismo.

Cuando nuestra atención está tomada por lo ajeno, involucrada en nuestras emociones y pensamientos, perdida en los embrollos de nuestra personalidad, de nuestra historia y de nuestros ideales, no queda suficiente atención para darnos cuenta de que la gratitud ya estaba ahí.

Es por esto por lo que gran cantidad de trabajos de desarrollo personal se enfocan en una primera instancia en un proceso de limpieza o purificación; de raleo de la maleza, para que se pueda apreciar y cultivar lo que ya estaba ahí.

La Causa de la Gratitud

Asociamos a la gratitud con algún tipo de intercambio. Por ello damos gracias cuando recibimos algo. ¿Cuál sería el intercambio de esta gratitud de fondo con la cual podemos conectar en cualquier momento?

¿No te parece suficiente estar, simplemente estar, ahora, leyendo esto?

Si pausas por un momento para considerar la miríada de eventos que, uno tras otro, te han llevado a estar en este momento preciso, podrás percibir en algún grado, el milagro del momento presente.

Tu vida misma es el regalo; tu experiencia actual.

Y si esta experiencia en este preciso momento no fuese placentera o incluso si fuese dolorosa, ¿sería esto justificación para no sentir gratitud? Si consideramos que es uno mismo quien se interpone, si reconocemos que no conectamos con la gratitud porque nos mantenemos enamorados de nuestro drama personal, entonces podremos aceptar que no hay justificación para no sentirla.

El ejercicio sigue siendo uno y el mismo: recuperar la atención y simplemente percibir lo que es. Al recoger nuestra atención, la gratitud, espontáneamente, se nos comparte (podrás haber validado esto ya durante alguna sesión de meditación, o al haber colectado espontáneamente tu atención, por ejemplo, ante un escenario natural asombroso).

En este sentido, nuestra capacidad de sentir gratitud puede ser un indicador de qué tan tomada está nuestra atención; de qué tan lejos de nosotros mismos estamos.

Si ella no se presenta, solo nos restará tener paciencia con nosotros mismos, con el momento que estamos viviendo, a sabiendas de que esto no será así para siempre. Nos hará bien recordarnos de que tenemos infinitas oportunidades de conectar con nosotros mismos, a pesar de que tal vez en este momento nos sea muy difícil.

Una posibilidad distinta

Te invito una vez más a que indagues en tu interior, que colectes tu atención y que descubras la gratitud en ti; esta gratitud que naturalmente se encuentra presente. Profundiza en ella. Siéntela. Sostenla momento a momento.

Te invito a tomarte un minuto para realizar este ejercicio.

¿Qué cambia?

Tu situación ciertamente no ha cambiado en los últimos segundos, pero la vida puede sentirse como si fuera otra. Como si en un momento estábamos bajo un velo y en otro ya no. Cuando percibimos esto podemos considerar a la gratitud como algo más que un sentimiento, sino como un estado de consciencia que podemos cultivar.

¿No será la gratitud misma, esta consciencia, que nos busca a nosotros para ser sentida? Nuestro trabajo, nuestro intento, sería entonces simplemente abrirle la puerta, momento a momento.

Recordarnos simplemente de aceptar lo que es.